Rafael Nadal: “Es mi triunfo más inesperado”

El campeón subraya el “proceso” previo que vivió para poder llegar al torneo y reitera que ser el más laureado de todos los tiempos “nunca ha sido una obsesión”.

Siempre aplicado, Rafael Nadal enfiló nada más acabar la ceremonia final el túnel de vestuarios para dirigirse rodeado de su equipo a la sala de recuperación instalada en las entrañas de la Rod Laver Arena. Una vez allí, se desplomó rendido sobre una esterilla y bromeó con su fisio, Rafael Maymò, Titín para el campeón. Acto seguido, se subió a una bicicleta estática y comenzó a pedalear de forma relajada para liberar el estrés muscular y articular que había acumulado en sus piernas después de más de cinco horas de paliza sobre la central.

En ese instante, accedió a la sala el legendario Rod Laver —11 grandes, la gran eminencia masculina del tenis local— y Nadal interrumpió la marcha para agradecerle la felicitación. Después, ingirió algunos alimentos para reponer fuerzas y se dirigió a la sala de conferencias, donde transmitió el mismo mensaje prudente de los días previos, pero aderezado el discurso de un tono melancólico. Nadal, el único jugador junto a Novak Djokovic que ha conquistado en más de una ocasión cada uno de los cuatro grandes en la Era Abierta (a partir de 1968), se expresó emocionado, como si estuviera en una nube.

“Ha sido mi triunfo más inesperado y sorprendente, eso seguro”, razonó. “Por cómo llegué aquí, por todo el proceso [casi medio año sin competir por una lesión crónica en el pie izquierdo y contagiado por el coronavirus semana y media antes de volar a Australia], por cómo ha sido esta noche y por todo lo que he sentido gracias al público. Ha sido increíble. Si lo ponemos todo junto, tanto el momento de mi carrera como el escenario, seguramente sea mi retorno más importante. Lo que he vivido ha sido duro y doloroso”, agregó el de Manacor, de 35 años y al que el presente se empeña en llevarle la contraria, convertido ya en el tenista más laureado de todos los tiempos por delante de Roger Federer y Novak Djokovic, ambos ausentes en Melbourne.

“No voy a cambiar mi punto de vista respecto a eso”, insistió. “Solo sé que me siento muy afortunado de estar aquí y de poder hacer lo que me gusta. No me preocupa mucho si soy o no el mejor de la historia. Lo he dicho durante estos días y lo sigo diciendo ahora también: uno no puede estar siempre mirando a un lado, para ver si su vecino tiene una casa más grande o un móvil mejor”, indicó; “claro que me gustaría terminar mi carrera siendo el que más Grand Slam tiene, ese es mi objetivo, pero para mí nunca ha sido una obsesión”.

Desde la distancia, tanto el serbio como el suizo le felicitaron con elegancia. “Hace unos meses bromeábamos por ir en muletas. Increíble. Nunca subestimes a un gran campeón. Tu ética de trabajo, tu dedicación y tu espíritu de lucha son una inspiración para mí y para muchos otros en todo el mundo”, le dedicó Federer, de 40 años; “me enorgullece compartir esta era contigo y me honra jugar un papel en empujarte a conseguir más, como hiciste tú conmigo durante los últimos 18 años. Estoy seguro de que te quedan más logros por delante”.

Y se sumó el número uno, Djokovic, que también se acordó de la campeona femenina, la australiana Ashleigh Barty, y tuvo palabras de elogio para el ruso Medvedev: “Enhorabuena por este increíble logro. Siempre impresionante el espíritu de lucha que prevaleció otra vez más”, se refirió al español.

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