Francisco despide a Benedicto XVI, «fiel amigo de Dios», ante 50.000 fieles y reza ante su ataúd

Expertos y prelados coinciden en que no ha sido un funeral frío o distante: «Un entierro no es para ir lanzando cohetes»

El Papa Francisco ha presidido este jueves 5 de enero en la Plaza de San Pedro y ante unos 50.000 fieles, el funeral por Benedicto XVI, fallecido el pasado sábado 31 de octubre, y tras tres días en los que unas 200.000 personas se acercaron a despedirse del papa emérito. Se cierra así la insólita etapa en la que han convivido dos pontífices en la Iglesia Católica.

Al terminar el funeral, el Papa, que ha llegado a la Plaza de San Pedro en silla de ruedas, se ha levantado y ha rezado unos segundos ante el ataúd de su antecesor. Posteriormente, ha acudido a la cripta donde ha sido enterrado dentro de un ataúd triple de ciprés, zinc y roble, a las 12.38 horas, el papa emérito en la tumba que ocuparon en su día Juan Pablo II y Juan XXIII.

No es la primera vez que un papa participa en el funeral de otro; en 1802, Pío VII recibió los restos mortales de Pío VI, fallecido en el exilio en Francia en 1799 y asistió a la solemne misa funeral en San Pedro.

El Pontífice sólo ha nombrado de forma espontánea una vez a Benedicto por su nombre y se ha referido a él como a «nuestro hermano»: «Benedicto, fiel amigo del Esposo (Dios), que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz», ha concluido.

No obstante, ha citado sus textos en cuatro ocasiones, entre ellos, palabras del papa emérito en la misa de inicio de su Pontificado en abril de 2005: «Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir».

Antes, ha reivindicado la «búsqueda apasionada» del papa emérito por comunicar el Evangelio e instado a la Iglesia a «seguir sus huellas». También ha destacado la «sabiduría, delicadeza y entrega» de Benedicto XVI, que «supo esparcir a lo largo de los años». «Queremos decir juntos: «Padre, en tus manos encomendamos su espíritu», ha añadido.

Ante el altar, estaba situado el féretro de ciprés que contiene los restos mortales del Papa alemán, con algunos objetos personales de su pontificado, y las primeras filas estaban ocupadas la que fue su familia durante los últimos años -su secretario, Georg Gänswein y las consagradas de la Memores Domini que se han dedicado a su servicio.

LA REINA SOFÍA JUNTO A LOS REYES BELGAS

En la ceremonia, en la que las lecturas del Evangelio han sido en inglés, español e italiano, ha participado la Reina Sofía en representación de España, sentada en primera fila junto a los reyes de Bélgica, los únicos tres monarcas que han acudido, además de nueve jefes de Estado y cuatro primeros ministros. Por parte de España, también ha acudido el ministro de Presidencia, Félix Bolaños y la embajadora ante la Santa Sede, Isabel Celaá. También han asistido, al menos, ocho obispos españoles.

Al no tratarse de un funeral de Estado, solo había dos delegaciones oficiales: las de Italia y Alemania. El resto ha acudido a título personal. Además, han asistido numerosos representantes ecuménicos, aunque ha destacado la ausencia del patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Moscú, Kirill. Más de 1.000 periodistas de más de 30 países se han acreditado para cubrir el histórico evento.

En el altar, además del Papa Francisco -que ha celebrado la misa con casi 4.000 sacerdotes- estaba el cardenal decano, Giovanni Battista Re. El funeral ha seguido el rito ‘Ordo exequiarum Romani Pontificis’, el mismo que se usaría si fuera un pontífice reinante, aunque con cambios- Por ejemplo, se ha prescindido de las oraciones de súplicas finales, las de la Iglesia de Roma y las Iglesias orientales. Así, ha sido una ceremonia «solemne pero sobria», como era la voluntad del papa emérito.

A diferencia de sus predecesores, Benedicto XVI ha sido enterrado sin vestir el palio papal y ha sido colocado en el ataúd como se hace con los obispos eméritos. Tampoco lleva el anillo del pescador que usó durante el pontificado, destruido en 2013 cuando renunció al papado, ni la cruz pastoral.

Un grupo de doce sediarios, los antiguos portadores de la Silla Gestatoria de los Papas, han trasladado a hombros a las 08.50 horas el féretro de Benedicto XVI hasta el altar predispuesto en la plaza de San Pedro. El secretario personal del papa emérito, Georg Ganswein y el maestro de ceremonias Litúrgicas Pontificias, Diego Giovanni Ravelli, han colocado el evangelio encima del féretro mientras los fieles rezaban el rosario.

Al acabar la ceremonia, el ataúd ha sido trasladado de nuevo a la basílica de San Pedro. Tanto la preparación del cuerpo para el sepelio, previo al funeral como el último pasaje han sido privados.

En el ataúd, además, se han colocado las monedas acuñadas entre 2005 y 2013, las de su Pontificado, que acabó en renuncia, y en un tubo metálico, se han introducido algunos textos con los hechos más destacados de su biografía como Benedicto XVI.

Concretamente, en el pergamino escrito en latín, en el que se destaca que es «un teólogo de reconocida autoridad», puede leerse: «Luchó con firmeza contra los delitos cometidos por representantes del clero contra menores o personas vulnerables, llamando constantemente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación».

En la plaza, han sido muchas las personas que gritaban al unísono ‘Santo Subito’, la expresión que se popularizó en el funeral de San Juan Pablo II para pedir su rápida canonización. También se ha visto alguna pancarta con esa petición este jueves 5 de enero.

A primeras horas de la mañana, miles de personas, muchas de ellas con banderas de Baviera, región natal de Joseph Ratzinger, han hecho cola en los accesos predispuestos en la plaza de San Pedro con controles de seguridad. «Estoy triste, pero emocionado a la vez. Es un día grande para la Iglesia», ha señalado en declaraciones a Europa Press Emanuele que, aunque tiene 30 años y dice que su papa es Francisco, le tenía «mucho cariño». «Ha un sido un abuelo tierno para todos», ha declarado. Un grupo de peregrinos portaba una pancarta con la petición concreta de que Benedicto XVI sea proclamado Doctor de la Iglesia.

Tras la misa, obispos presentes en el funeral de Benedicto XVI han resaltado a Europa Press la sobriedad de la ceremonia y lo apropiado de la liturgia, en un papa que prestaba especial atención al significado profundo de la liturgia. Por ejemplo, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), ha subrayado que «un entierro no es para ir lanzando cohetes».

Mientras, expertos en Teología coinciden en que no se puede considerar que la homilía del Papa Francisco haya sido fría o distante porque la norma obliga a los sacerdotes a no hacer en las misas de funeral «un panegírico», es decir, un discurso en el que se alaba a una persona.

El Vaticano no ha decretado luto oficial al considerar que el funeral de Benedicto XVI no era un funeral de Estado, ya que no era un papa en activo, sino retirado de sus funciones desde febrero de 2013. Italia ha ondeado las banderas a media asta y Portugal, por su parte, ha decretado un día de luto.

Desde este sábado ya no hay dos Papas conviviendo en la Iglesia, aunque uno de ellos fuera sólo emérito y el otro reinante. Benedicto XVI vivió los últimos diez años retirado del mundo, dedicado al estudio y a la oración, pero su figura ha sido instrumentalizada por una parte de la Curia Romana contra Francisco, por lo que su funeral e inhumación en las grutas vaticanas marcan un nuevo inicio para el Papa argentino que en marzo cumplirá diez años de pontificado.

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