Valentina Castro, la colombiana de 18 años que hacía trenzas y hoy desfila por las pasarelas de Louis Vuitton

Hace apenas un año, los vecinos del barrio Ciudadela en el pueblo costero de Tumaco, Colombia, conocían a Valentina Castro Rojas por ser una niña con talento para trenzar el cabello afro.

Aparte de eso, su metro y 75 centímetros de estatura habían llamado la atención en algunos desfiles de moda y reinados de belleza en su escuela y en su barrio.

Pero nadie se había imaginado que, con apenas 18 años, Valentina iba a estar desfilando para la marca de lujo que más vende en todo el mundo.

Louis Vuitton es una marca conocida pero remota para la gran mayoría de tumaqueños. La única tienda de esa firma en Colombia está en Bogotá, a más de mil kilómetros de la casa de Valentina. Sus productos son accesibles para una ínfima minoría.

Antes de que su vida cambiara gracias a un mensaje por Instagram de un cazatalentos de una agencia de modelos dominicana, Valentina cobraba entre US$4 y US$12 por hacer peinados en su barrio. Los hacía en su casa y a domicilio.

Ahora desfila luciendo atuendos de varios miles de dólares en lugares tan icónicos como el Museo de Orsay en París o la isla italiana de Isola Bella en el Lago Maggiore.

“Una de las cosas que más admiro de las demás modelos y también de mí es hacer que se vea fácil, porque no lo es. Puede que haga mucho frío, puede que haga mucho calor, puede que te duelan los pies, pero sales como si nada”, le cuenta Valentina a BBC Mundo ahora desde la perspectiva de una modelo internacional.

Después de varios meses viajando por Europa, volvió a Tumaco y está cursando su último año de bachillerato en una escuela cerca de su casa al tiempo que estudia inglés virtualmente.

Vive con su mamá, que vende productos por catálogo, y sus hermanas. Su papá es pescador.

Valentina Castro

Su vida antes del modelaje
Tumaco, donde nació y creció Valentina, es una pequeña ciudad de la Costa Pacífica de Colombia cercana a la frontera con Ecuador. Tiene un poco más de 250 mil habitantes. 4 de cada 5 son afrocolombianos.

Es un rincón de Colombia en el que se han cristalizado las facetas más duras de la realidad del país: la pobreza y la violencia.

Según el último censo, más de la mitad de los habitantes de Tumaco vive por debajo de la línea de pobreza multidimensional. 3 de cada 10 tienen sus necesidades básicas insatisfechas.

Valentina, sin embargo, la describe como “pacífica”.

“A pesar de que no tenemos todos los recursos y las calles no están pavimentadas, todos somos muy unidos”, explica al describir su barrio.

“De Tumaco, me gusta mucho la playa y los atardeceres, la comida, me gustan muchas cosas”.

Las trenzas en su vida no son algo anecdótico.

Hacerse peinados junto a su hermana es uno de sus recuerdos favoritos de la infancia, dice.

“Soy sencilla en la manera de vestir, pero en el pelo no. Me gusta mucho el pelo, me gusta cambiarme el look, no me gusta tener el pelo quieto”, me explica Valentina.

Fue justo a través de una cuenta en la que compartía peinados que la contactó Sebastián Bedoya, cazatalentos de la agencia Nefer Models.

Un giro de 180 grados
En ese momento, Valentina asumió la difícil tarea de aprender a ser una modelo internacional en apenas semanas.

“Fue un cambio muy drástico. La comida era muy diferente. Tenía que comer saludable. Se me hizo muy difícil, la verdad. Comencé a hacer ejercicio, a correr, a entrenar, a tomar mucha agua. Desde el primer día que llegué, yo no tuve descanso”.

Antes de ese viaje, que era la primera vez que salía de Colombia, Valentina nunca había usado tacones.

El cambio en sus hábitos fue tan súbito que le terminó pasando factura.

Unos meses después, en un vuelo de Italia a Inglaterra, Valentina empezó a sentir que no podía respirar.

“Tenía una dieta muy estricta que me afectó mucho. Me estaba haciendo daño. Me desmayé en el avión y me tocó ir al hospital”, cuenta. “Nunca me había enfermado así. Me estaba desnutriendo”.

Según sus palabras, el médico le recomendó que “no comiera muy saludable”.

“Yo estoy acostumbrada a comer mucho. Desde ese entonces estoy comiendo mi comida normal”, relata Castro.

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